miércoles, 27 de agosto de 2014

Amado Nervo, conmemorando 144 años de su natalicio.



Hoy  recordamos a Amado Nervo a 144 años de su natalicio.

Conocí su obra cuando tenía 12 años, gracias a un libro que una amiga logró prestarme de la biblioteca de su papá, ese libro prácticamente era mío, pero cuando me pedían devolverlo lo hacía, dejaba pasar un tiempo y volvía a pedirlo prestado nuevamente, reconozco que llegué a dormir con él debajo de mi almohada, lo cargaba a todos lados, era un libro bonito, de esos empastados con toda la obra poética de Amado Nervo, un libro de colección que completaba una biblioteca, así que el libro pesaba pero no importaba, me alimentaba el espíritu y eso era lo importante. Finalmente llegó el momento de salir de la secundaria y tuve que devolverlo, jamás he vuelto a tener un libro de Amado Nervo, pero muchos de sus poemas quedaron en mi.

Tal vez mi amiga Verónica Murillo no recuerde siquiera esta historia pero gracias a ella y a la biblioteca de su papá conocí a Amado Nervo.  

Hoy se conmemora un aniversario más del natalicio de Amado Nervo, seudónimo de este gran poeta mexicano nacido en Tepic Nayarit un 27 de agosto de 1870  quien  se llamara Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz y quien murió en MontevideoUruguay un 24 de mayo de 1919, sus restos fueron traídos al país y depositados  en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la ciudad de México.
Nos dejó grandes obras poéticas entre las que destacan OfertorioMe besaba muchoUna flor en el camino y Madrigal, entre otras más; póstumamente fueron publicados sus libros El estanque de los lotos, El arquero divino y La amada inmóvil.

Y es con uno de los poemas de su libro póstumo La amada inmóvil que cierro esta cápsula, ¿Llorar? ¡Para qué! de Amado Nervo.


¿Llorar? ¡Para qué!
Este es el libro de mi dolor:
lágrima a lágrima lo formé;
una vez hecho, te juro, por
Cristo, que nunca más lloraré.
¿Llorar? ¡Por qué!
Serán mis rimas como el rielar
de una luz íntima, que dejaré
en cada verso; pero llorar,
¡eso ya nunca! ¿Por quién? ¿Por qué?
Serán un plácido florigelio,
un haz de notas que regaré,
y habrá una risa por cada arpegio…
¿Pero una lágrima? ¡Qué sacrilegio!
Eso ya nunca. ¿Por quién? ¿Por qué?